“El arma puede confesar la personalidad del asesino”

Entrevista a Juan Francisco Alcaraz, presidente de Seipc

ESTEBAN ORDÓÑEZ/ HOPPES Nº9

El presidente de la Sociedad Española de Investigación de Perfiles Criminológicos (Seipc), Juan Francisco Alcaraz, es miembro de la Policía Local de Alicante, licenciado en Criminología, especialista en Psicopatología Criminal y Forense, y colaborador en el asesoramiento de la fiscalía de Chubut (Argentina). Llegó a la grafología a través de la búsqueda de elementos para el estudio de la perfilación. Desde su experiencia investigadora y policial, asegura que es necesario afinar la vista porque en los crímenes «cada elemento tiene algo qué decir».

Pregunta.- ¿El arte está en los pequeños detalles?
Respuesta.- Absolutamente. Sólo hay que ver que uno de los asesinos más célebres de EEUU, UnaBomber, fue detenido gracias la aplicación de ciertas técnicas de revelado fotográfico a la hoja en que dejaba sus mensajes. En una marca de agua aparecía el nombre de una empresa. El FBI acudió y solicitó una lista de antiguos empleados. A partir de aquí se le pudo capturar.
P.- ¿Ya se sabía qué tipo de persona buscaban?
R.- Claro: inteligente, huraño, con un móvil de venganza… Fue con el primer asesino que se hizo un perfil criminológico.
P.- ¿El arma del crimen también es un claro indicador de personalidad?
R.- De personalidad y de vinculación a las víctimas. Una persona que mata como francotirador no busca un control directo sobre la víctima. Quiere matar pero sin mancharse, como si fuese Dios. Si se hace con pistola, puede existir alguna intención de control, de conseguir algo…

P.- ¿Y con cuchillo?
R.- El cuchillo, como cualquier arma blanca, es un símbolo fálico muy machista. Hay que matar a una persona cara a cara y con un gesto muy impactante, puede salpicar sangre; si es con un hacha en la cabeza, puede saltar masa encefálica… Esto nos habla de una psicología complicada.
P.- ¿Y qué cuenta el tipo de herida?
R.- Puede hablarnos de su profesión. Si el forense encuentra una extracción de riñón perfecta, el autor puede ser alguien relacionado con la medicina, aunque no tiene por qué ser médico, puede tratarse también de un veterinario, de una persona que haya trabajado en un tanatorio… Si, además, la cirugía se ha hecho con un cuchillo u otro utensilio rudimentario, ya sabremos que el autor debe tener mucha experiencia para haber actuado tan limipiamente. Así reducimos el cerco.